El helado está asociado a una vertiente muy emotiva en sus platos y se incorpora desde contextos dulces como salados. A Luis Veira, de Arbore da Veira (La Coruña), el helado le recuerda a sus paseos con su familia por las heladerías de La Coruña de hace 30 años. En la actualidad prosigue esta afición por el helado gracias a ser un consumidor empedernido y, según explica, “es normal que acabe por incorporar esa textura, esa frescura a mis platos. Al final, uno trata de transmitir al comensal esos momentos de felicidad vividos”. Esta relación especial con el helado le ha llevado a buscar la ruptura con los límites del producto, como la estacionalidad y su polivalencia en el mundo salado. Pero también y, sobre todo, a creer en que el helado puede tener una demanda sostenida en un lugar como Galicia, en principio con un clima poco favorable a su consumo.

Y es que el cocinero gallego es un rara avis en el mundo culinario. En su cocina el helado no sólo está llamado a formar parte de su menú gastronómico, sino que con cinco mantecadoras provee helado a otros restaurantes de la zona. Desde este canal de venta de sus productos busca reivindicar la artesanía del helado en la restauración, ellos proponen los sabores y Veira los formula, teniendo en cuenta, incluso,  en qué congeladores van a colocar el helado que les entrego.