Joven, pero con una intensa trayectoria dulce a medio camino entre la pastelería y la heladería. Y es que Adrian Monik representa muy bien a una nueva generación de profesionales que no cierran su carrera profesional en un sólo sector, sino que tienen una mirada más transversal, abiertos a sus preferencias y atentos a las tendencias. De ahí que Adrian Monik comenzara su trayectoria en cocina, para luego pasar a la pastelería en sitios como Haute Patisserie Odette en su Polonia natal. Curiosamente es en una pastelería y no en una heladería donde nace su pasión por el segundo oficio. Así, es en la Pastisseria Comas (Badalona, provincia de Barcelona), cuando “por primera vez me tocó hacer helado de verdad. Me gustó mucho porque la elaboración del helado era un trabajo muy organizado y sistemático. Pesar los ingredientes, pasteurizar, madurar y mantecar… Todo tenía su tiempo, todo estaba perfectamente definido: ¡me pareció el trabajo perfecto!”.

Monik continúa profundizando en heladería trabajando en una tienda de la cadena Ice Wave, explorando las posibilidades del nitrógeno líquido con Martín Lippo, director de la Escuela-Taller Vakuum de Barcelona, y en la heladería de autor Papperino, con Yon Gallardo. Con este último profesional aprende formulación y herramientas para desarrollar una amplia gama de creaciones heladas. En este sentido, si sus profesionales de referencia son tanto Gallardo como Martín Lippo, las heladerías que le inspiran son La Glacerie Paris, La Fabique Givrée y Candela La Gelateria.

El 23 de mayo de 2020 emprende su propio proyecto en Varsovia, una heladería divertida y transgresora que pone en marcha junto a Bartek Śliwa. La idea de montar LodLove se fragua durante su estancia formativa en Barcelona, donde conoce a Śliwa. En este establecimiento no sólo ofrece helados clásicos, sino también originales propuestas en cuanto sabor y formato.